Aquí un párrafo, que resume lo antedicho: "Trabajar con una pareja es trabajar con cada uno de los seres que la conforman y con ese espacio virtual que es la relación misma. Que puedan modificar esa relación, encontrar una forma común y satisfactoria de realizarla, de construirla, implica la modificación de esas personas que la constituyen; pero modificar lo sutil, lo casi invisible y hasta lo que ni nos imaginamos que se esté modificando. Por eso las entrevistas son eventos impredecibles, por más que se analicen, que se estudien y elaboren. El estar ahí con esas personas y sostener una posibilidad distinta con ellas, es sostener la esperanza; una esperanza que está muy devaluada cuando llegan con su drama. Pero sostener la esperanza no es sostener el vínculo a ultranza, casi violentamente en nombre de "la pareja" como una cruzada antidivorcio tan letal como las cruzadas que se llevaron y se llevan a cabo en la historia en nombre de íconos religiosos de un supuesto orden superior. Nada de eso: sostener la esperanza de un cambio que, hoy, incluye la finalización del vínculo, ponerle un fin, cerrar el pacto de un día, desarmarlo. No porque las parejas, matrimonios o no, tiendan a separarse y divorciarse, es que la pareja como organización, está en peligro de ser o de existir; por el contrario, la posibilidad de disolución opera como oxígeno que la transforma para conservarla. Estabilizarse es morir; no cambiar es letal. Y la pareja está en cambio porque es una construcción humana multideterminada, y todo lo humano viviente —¿es posible la humanidad más allá de la vida?— se transforma permanentemente."