El autor centra la atención en conceptos propuestos para ocupar la laguna teórica y metodológica que, fundamentalmente, deteriora aún más los derechos ya vulnerados de niños de los que se presume han desarrollado conductas penalmente tipificadas. Al final, como anexo, el autor ofrece una experiencia, que sitúa empíricamente el planteo teórico formulado en el texto. Lejos de adherir a la idea de mera vigilancia o asistencia, el planteo busca superar los reduccionismos que tienden a hegemonizar el campo de la minoridad. Se esfuerza por superar tanto las cotas juridicistas como las reducciones psicologistas, biologistas o sociologistas. Tiende a situar en su justo punto, también, la tendencia a la sobre-responsabilización del sujeto menor, a la que suele reducirse la cuestión, leyendo los problemas sociales en términos de patologías individuales y tratando a los individuos como entes puramente jurídicos, puramente psicológicos o puramente biológicos. El estudio aparece en un momento en el que las herramientas destinadas a la rehabilitación de sujetos menores atraviesan por una profunda crisis que excede el marco meramente económico.